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sábado, septiembre 10, 2011

LOS CRISTALES DE COLORES X

El Puño Blindado


En el pueblo francés de Villiers-Fossard, situado al sudeste de la localidad de Airel sobre el río Vire, los alemanes habían penetrado 3000 yardas en el sector de la 29ª División. El Comando de Combate A [de la 3ª División Blindada], que había llegado [a Normandía] 10 días antes que el Comando de Combate B, recibió la orden de capturar Villiers-Fossard y eliminar el saliente alemán. Después de tres años de entrenamiento, la división entraba por primera vez en acción.

[…] El ataque comenzó la mañana del 29 de Junio con dos grupos operativos al frente y otro en reserva. Las columnas situadas a derecha e izquierda de la carretera principal tenían asignado un tanque buldózer para abrirse camino a través del bocage. A pesar del prometedor avance de las penetraciones iniciales, los blindados pronto se encontraron bajo el intenso fuego de antitanques, armas ligeras y mortero de un batallón reforzado alemán. Los dos buldózeres fueron noqueados rápidamente al comienzo de la operación, dejándonos sólo con los explosivos para crear brechas entre las densas formaciones de arbustos.


Columna de tanques Sherman bajo fuego enemigo durante
las semanas siguientes al desembarco de Normandía



Allí fue donde nos encontramos, por vez primera, la mortal combinación creada por el bocage y los panzerfaust alemanes. Operado por un único hombre sin preparación especial, el panzerfaust era un arma ideal para los combates a corta distancia que se libraban entre las hileras de setos. Con los tanques buldózeres fuera de combate, el único modo de avanzar a través de las barreras de arbustos era colocando cargas explosivas que abriesen grandes brechas para permitir el paso de los tanques restantes. Este hecho, por supuesto, alertaba a los alemanes sobre las posiciones de avance de los siguientes tanques y les permitía concentrar el fuego sobre tales posiciones con efectos letales.

Soldados norteamericanos parapetados en el bocage normando.
En primer plano, un GI se dispone a lanzar una
granada acoplada previamente al cañón de su fusil.

Tras dos días de duros combates, el CCA consiguió alcanzar su objetivo y fue retirado de primera línea. Había perdido 31 tanques, 12 vehículos de apoyo y 151 hombres – grandes pérdidas para una operación de este tipo – pero las lecciones aprendidas […] permitirían salvar numerosas vidas y cuantiosas cantidades de equipo en las operaciones futuras.


Death Traps, The Survival of an American Armored Division in World War II


Pues sí amiguitos, aquí comienza nada más y nada menos que la décima entrega de vuestra sección de tortura favorita: Los Cristales de Colores. Mi bochornosa cadencia productiva ha evitado que el artículo estuviese terminado antes del verano según mi intención original. Como este rollo va a ser largo, no gastemos tiempo poniendo excusas y empecemos el melón por la inevitable introducción histórica…

Cuando en el día D+1 los aliados comenzaron a abrirse camino hacia el interior de Normandía, se dieron de bruces con varias sorpresas desagradables. Una de las más grandes fue la naturaleza del terreno que aguardaba a los tanques Sherman que avanzaban desde las playas de Omaha y Utah en apoyo de la infantería y los paracaidistas.


El río Orne, frontera natural de Normandía por el este. La bucólica campiña normanda estaba profusamente parcelada en pequeños campos de labranza rodeados por altas hileras de arbustos denominados bocage, voz francesa cuya raíz deriva del latín boscus que es precisamente con lo se dieron de bruces los carros blindados aliados: interminables bosques lineales.


Normandía es fértil pero su superficie es pobre en rocas y esta particularidad hizo que los normandos, faltos de piedra para construir tapias, recurrieran a las hileras de árboles y arbustos entremezclados para dividir sus campos y protegerlos de los desapacibles vientos atlánticos. Desde tiempos tan remotos como el siglo X, esta técnica se fue extendiendo entre los campesinos de la región quienes también la utilizaron para dividir las tierras entre sus herederos, generación tras generación, hasta crear una intrincada telaraña de pequeños minifundios. Estas parcelitas quedaban comunicadas mediante senderos flanqueados por murallas de vegetación y raíces, nuevas y viejas, embebidas profundamente en la tierra y entre sí mismas, hasta formar una densa maraña capaz de sostener la tierra.


Esta ilustración nos muestra una porción de bocage seccionada. Los siglos de erosión natural terminaron dejando al descubierto grandes afloramientos de tierra aglutinada con raíces que rebasaban los dos metros de altura y tres de espesor en muchos lugares, transformados en auténticos bosques lineales cubiertos arbustos, hayas y endrinos.

Aunque el bocage era claramente identificable en las fotografías áreas tomadas por la inteligencia aliada antes de los desembarcos, los analistas supusieron que las barreras de arbustos se asemejarían a las mucho menos densas formaciones vegetales del lado británico del canal de La Mancha.

Este Mustang de la RAF sobrevuela Normandía duante una misión de reconocimiento en Junio de 1943, exactamente un año antes del desembarco aliado en Europa.
La forma del carenado del morro indica que el avión es un P-51A equipado con motor Allison.

A diferencia de una fortificación creada por el hombre, el bocage se extendía docenas de kilómetros a lo largo de la costa francesa, desde la península de Cotentin en el oeste hasta las tierras de labranza que rodeaban Caen en la zona de invasión asignada a los británicos; su profundidad que superaba los 40 kilómetros, rodeando la ciudad de Saint Lô. El 1er Ejército norteamericano alcanzó Saint Lô después de 50 largos días de lucha a través del infierno de arbustos – the hedgerow hell – apodo con el que sus soldados bautizaron al paisaje.


Como puede verse en este mapa, la sector de desembarco asignado a los EEUU
estaba totalmente rodeado por el bocage. La zona británica, al este del 1er Ejército americano, estaba limitada por el río Orne y la ciudad de Caen, y aunque férreamente taponada por los alemanes, era mucho más adecuada para el movimiento de vehículos blindados.



El bocage simplificó grandemente las defensas alemanas pues el terreno
estaba fortificado de forma natural. Las pocas carreteras que lo penetraban
podían ser minadas fácilmente y los cruces de carretera claves podían
ser defendidos con cañones antitanque y lanzagranadas panzerschreck.


Las primeras intentonas para superar el bocage utilizando tanques se pagaron a un alto precio. Muchas hileras de arbustos eran demasiado altas hasta para superarlas con un Sherman, incluso si el tanque ganaba impulso acelerando a través del campo antes de embestir. En el caso de los setos más pequeños, los Sherman exponían su fino blindaje ventral cuando pugnaban por superar el obstáculo, convirtiéndose en un blanco fácil para las tropas alemanas que aguardaban del otro lado.

Fotografía es un tanque rinoceronte, apelativo comúnmente usado para designar los Sherman equipados con cortadores de setos, una sencilla pero eficaz solución que permitía atravesar el bocage usando un ariete de púas de acero soldadas al chasis del carro y fabricadas a partir de los obstáculos antitanques de las playas cortados en forma de cuña.

Las pérdidas de blindados crecieron a un ritmo alarmante mientras el ejército de los EEUU intentaba aprender los trucos del combate en el bocage. Los planificadores americanos habían previsto un nivel de desgaste similar al del frente italiano, aproximadamente un 7% de la fuerzas blindadas por mes. En Normandía las bajas pronto superaron el doble de esa cantidad.

El problema se veía acrecentado porque numerosas divisiones de infantería americana no habían sido entrenadas para cooperar con tanques y por lo tanto desconocían las tácticas de los blindados. El resultado era que los batallones de tanques se utilizaban de manera inadecuada.


El error más habitual de los GI's era la sobreestimación de las capacidades de sus tanques
seguido de cerca por la subestimación de los medios antitanque del enemigo.

Los comandantes de carro blindado se quejaban amargamente de la creencia generalizada de la infantería sobre la invulnerabilidad de los tanques y la frecuencia con la que éstos eran enviados contra posiciones alemanas erizadas de mortales armas antitanque. Dichas armas constituían el segundo gran problema que los aliados se encontraron en Normandía.

Uno de los desafortunados efectos de la campaña italiana del 43-44 había sido crear complacencia en los mandos norteamericanos sobre las futuras amenazas germanas. Italia era un escenario secundario para la Wehrmacht y las unidades allí desplegadas no gozaban de gran prioridad en la asignación del armamento más moderno del arsenal alemán. Mientras que la Wehrmacht había comenzado a desplegar grandes cantidades de los nuevos carros Panther y Tiger en el frente ruso durante el verano de 1943, estos tipos de tanque escaseaban en Italia.

Además de ocultar la futura amenaza acorazada, Italia proporcionó una muestra bastante pobre de las tendencias de la tecnología antitanque germana, uno de cuyos cambios más importantes había sido el descubrimiento de las nuevas armas propulsadas por cohete para la infantería.


Durante 1941, el ejército norteamericano había estado desarrollando granadas de carga hueca para rifle cuando un joven oficial de armamento sugirió acoplar un pequeño motor cohete en el extremo de la nueva granada y disparar el resultado usado un tubo. Había nacido el lanzacohetes antitanque M9 de 60 milímetros, más conocido como bazooka.

Desgraciadamente para los aliados, los alemanes capturaron algunos bazookas entre finales de 1942 y principios de 1943, aunque todavía se discute cúando y dónde exactamente. Según parece, los americanos habían enviado un cargamento del nuevo arma a los rusos en 1942. No se sabe a ciencia cierta que hicieron los rusos con estos bazookas pero los americanos les responsabilizaron del hallazgo alemán. Por su lado, las crónicas alemanas sugieren que los bazookas capturados en Túnez en Febrero de 1943 son el origen de las contrapartidas germanas.

De una forma u otra, o tal vez de ambas, la Wehrmacht creyó que la idea era muy buena y comenzó el desarrollo de su propio modelo de arma, mejorado y más letal, al que ominosamente denominó panzerschreck – terror de los tanques - de 88 milímetros.


El panzerschreck usaba una carga hueca más grande que el bazooka dado que los técnicos alemanes estaban preocupados por la evolución de los tanques soviéticos y querían asegurarse de proporcionar una cabeza de guerra efectiva.


A diferencia de los cañones antitanque convencionales, que dependen de la energía cinética del proyectil para penetrar el blindaje, los lanzacohetes dependen de una carga hueca explosiva. Explicado en pocas palabras, una carga hueca consiste en un cono de cobre tras el cual se emplaza una carga explosiva.

Las granadas de dos modelos distintos de panzerfaust seccionadas. La superior corresponde al modelo inicial - panzerfaust klein - introducido agosto de 1943. La inferior a los modelos 30 o 60, los más extensamente fabricados. En la imagen se aprecia claramente la posición del cono de cobre y de la carga explosiva dentro de cada cabeza de guerra. Las aletas se desplegaban una vez la granada había abandonado el tubo lanzador tras el disparo.

Cuando la cabeza de guerra impacta contra un tanque, el explosivo detona y la mayor parte la energía liberada en forma de onda expansiva se focaliza sobre el cono, en vez de hacerlo en todas direcciones como ocurre el caso de una cabeza de guerra explosiva convencional. Las enormes presiones generadas por el explosivo son capaces de colapsar el cono metálico sobre su propio eje, sublimando el cobre y generando un fino chorro de partículas metálicas gasificadas que son impelidas contra el blindaje del tanque a altísimas velocidades. Una vez perforado el blindaje, los gases incandescentes penetran en el habitáculo de combate, bien abrasando a la tripulación del tanque y detonando la munición almacenada en su interior, bien llenando el vehículo de gases tóxicos que obliguen desalojarlo.


El haz de metal gaseoso de una carga hueca es capaz de penetrar la coraza de un
tanque del mismo modo que un cuchillo supersónico al rojo vivo sería capaz
de atravesar limpiamente un bloque mantequilla.


Se puede hablar largo y tendido sobre la evolución técnica de las cargas huecas desde que se descubrió su uso militar en la Segunda Guerra Mundial, pero creo que es mejor dejar esa parte aquí y continuar el rollo hablando del primo hermano del panzerschreck y del bazooka, el ingenioso panzerfaust (el guantelete o puño blindado)

Como el panzerschreck era relativamente grande y pesado y su dotación normal consistía de dos hombres, los siempre inventivos alemanes fueron un paso más allá y desarrollaron un lanzacohetes antitanque individual al que denominaron panzerfaust.


El panzerfaust tenía menor alcance y precisión que el panzerschreck pero utilizaba un tubo lanzador barato y desechable que podía ser producido en grandes cantidades.


El panzerfaust era un arma notablemente más ligera y fácil de transportar que el panzerschreck. El panzerschreck de esta fotografía podría ser un modelo RPzB 54/1, introducido a finales de 1944 y más compacto que el diseño original.


Las nuevas armas lanzacohetes revolucionaron el campo de batalla incrementando notablemente el número de armas antitanque mortales disponibles para una unidad media de infantería alemana. Antes de su llegada en el 43, un regimiento de infantería disponía únicamente de seis cañones antitanque capaces de eliminar un Sherman. Tras el descubrimiento de los cohetes antitanque, el regimiento mantenía los mismos seis cañones pero reforzados con dieciocho panzerschreck pesados y centenares de panzerfaust.

El campo de batalla se había convertido en un lugar mucho más letal para los tanques. Sin embargo, la amenaza no fue inmediatamente advertida por los estrategas americanos y británicos pues las nuevas armas antitanque llegaron con parsimonia al teatro de guerra italiano. Aunque los alemanes las utilizaron en los combates por la cabeza de playa de Anzio entre Enero y Febrero de 1944, su número estuvo lejos del volumen que más tarde se vería durante la invasión de Normandía y hasta el final de la guerra.


Los rusos, siempre atentos y pragmáticos, no dudaron en utilizar
los panzerfaust capturados contra sus inventores y terminada la guerra,
en 1947, desarrollaron su propio modelo, el RPG-2.


El RPG-2 fue el padre de la famosa saga de lanzagranadas soviéticos RPG y estaba basado en el diseño del último panzerfaust experimental, el modelo 250, que tenía un notable
alcance efectivo y podía ser recargado.

Ante semejante panorama, los carristas norteamericanos empezaron a añadir diversos tipos de blindajes improvisados a sus vehículos. Mientras algunas unidades colgaban eslabones de oruga en el frente del casco, otras preferían los bloques de cemento. Los emprendedores ingenieros de la 4ª División blindada recurrieron al mejor blindaje disponible, el de los tanques Panther inutilizados, para soldarlo sobre el frontal de algunos de sus Sherman e improvisar tanques de asalto. Sin embargo el método más corriente era recurrir a una hilera de sacos terreros para proteger la zona frontal y, a veces, incluso los costados del casco y la torreta. Aunque su eficacia fuese discutible, la protección con sacos terreros tenía un efecto positivo en la moral de las tripulaciones, que de otro modo se mostraban preocupadas ante la mediocre calidad de su equipo.

Principios de 1945 en Europa, estos soldados han tenido el dudoso privilegio de recibir una agria reprimenda del mismísimo general Patton por tripular un Sherman forrado de malditos sacos terreros. El viejo Sangre y Agallas mantenía que los sacos favorecían la penetración de las granadas alemanas, amén de sobrecargar el tren de rodaje del tanque.

Finalmente, a finales de Julio de 1944, la Operación Cobra permitió a los norteamericanos escapar del bocage a través del paso de Saint Lô y conducir a sus tanques hasta un terreno propicio donde el ejército de los EEUU puso de manifiesto sus puntos fuertes: una desenvoltura temeraria de las fuerzas móviles acorazadas facilitada por un tren logístico extremadamente bien organizado, una cobertura artillera formidable y un apoyo aéreo táctico irresistible. A pesar de todas sus deficiencias, la alta fiabilidad mecánica del Sherman lo convirtió en un carro de combate ideal para el veloz avance aliado a través de Francia en los que meses que siguieron a la ruptura del frente de Normandía.

¡Otra vez se me ha ido la mano con el petardo histórico! Como me consta que la longitud de estos mamotretos belicistas desanima a los [tres] heroicos lectores de esta sección, cambiemos el tercio para seguir con la parte de los muñequitos que espero sea algo más digerible y fácil de mirar.

Siguiendo con la temática de Normandía, he elegido para este apartado las dos peanas de cazadores de tanques adscritas al grupo de mando de mi sempiterna compañía de panzergranaderos Waffen-SS. En este caso, los dos pequeños dioramas pretenden capturar el carácter furtivo y valeroso de este tipo de unidades de infantería antitanque, obligadas a emboscar a los carros enemigos siempre a corta distancia y desde las posiciones más comprometidas.

Un grupo antitanque equipado con lanzagranadas se oculta
tras una loma salpicada de inofensivos girasoles.


Para aquellos que sientan curiosidad, los girasoles pertenecen a la marca
Busch especializada en modelismo ferroviario y han sido clavados
sobre un parapeto de plastilina Super Sculpey.


Las referencias fotográficas originales son una fuente inagotable de inspiración

Uno de los miembros de equipo prepara el panzerfaust
mientras su compañero le designa el blanco


Una pareja de soldados, posiblemente finlandeses,
se preparan para atacar desde el linde de una arboleda.


Los soldados de esta peana están tomados de varias
referencias recientes y antiguas de Battlefront.

Hace ya algunos meses que rompí – parcialmente – con la tiranía de Battlefront y comencé a explorar otras marcas de miniaturas. Debo decir que he descubierto que existe un buen puñado de firmas de notable calidad en el mercado. Tras adquirir varias muestras de figuras aquí y allá, elegí unas cuantas miniaturas de la marca Command Decision para combinar en la segunda peana de mis cazadores de tanques.

En la peana de los granaderos cubiertos tras la tapia, los dos soldados que manejan el panzerschreck son Battlefront, referencia G721, antigua y una de
las mejores, mientras que los hombres armados con panzerfaust son
miniaturas Command Decision, referencia CD GS09.


Si buceáis un poco en la Red podréis encontrar no pocas críticas adversas hacia los modelos de Command Decision. Personalmente estoy en desacuerdo con tales críticas porque, en general, los soldados de esta marca son miniaturas más baratas, detalladas y dinámicas que las de Battlefront:

Miniatura Command Decision

Miniatura Command Decision

Miniatura Command Decision

Es cierto que en algunos casos los soldaditos de Command Decision tienen rebabas acusadas y que si eres un pijo [como yo] te tocará currártelo antes de pintar. Aceptando eso, el acabado de no pocas de miniaturas modernas de Battlefront es aún peor, es más, peripatético. También es cierto que algunas miniaturas de Command Decision parecen más pequeñas que las de Battlefront. Nótese que digo “parecen” pues en realidad los soldados de Battlefront sufren de gigantismo. Hay dos factores para explicar tal desproporción, uno real y otro imaginario:


La parte real del asunto es que las miniaturas de Battlefront, sobre todo las antiguas
- las mejores - tienden a representar soldados de complexión
robusta aun cuando se las compara con las series modernas de la misma marca.


La parte imaginaria del problema es el efecto “tacón cubano”
creado por las gruesas peanas de metal que usa Battlefront.



Asumiendo que la relación de escala es una referencia para el escultor y no un canon matemático exacto, las miniaturas de Battlefront y Command Decision pueden combinarse bastante bien aplicando tres sencillos trucos:

1.- Gastar tiempo imaginando la escena que se pretende reproducir y las miniaturas más adecuadas para alcanzar nuestro objetivo. Si sabemos que aspecto queremos que tenga la peana, podremos elegir la disposición más adecuada de miniaturas antes de pintar o pegar nada. Personalmente puedo emplear horas comparando los modelos y memorizando sus formas hasta decidir qué combinación resulta más adecuada. Eso ayuda a definir lo que yo denomino “direcciones de visionado de la peana”, es decir, el ángulo preferente para contemplar el modelo una vez terminado:

En este caso, la peana tiene dos direcciones principales, la tomada en esta fotografía,
que es donde se desarrollará la acción [...]

[...] y la dirección que atravisea la zona de arbusto quemado [...]


[...] De modo que a este granadero le veremos normalmente
a través del agujero en el muro derrumbado


Como ya he dicho, las referencias visuales son de gran ayuda.

2.- Decidido lo anterior, ahora hay que jugar con la perspectiva de forma que la disposición de modelos compense sus variaciones de tamaño. Aunque suene a perogrullada, por si acaso recuerdo que las miniaturas más grandes y corpulentas deben situarse siempre en primer plano respecto al observador. Siempre que sea posible, las figuras más menudas deben quedar en segundo plano ¡Qué cachondo! ¿Y cómo coño se hace eso? Sencillo, por ejemplo, introduciendo elementos de escenografía que obliguen al observador a mirar al conjunto terminado en la dirección que nosotros queremos. Por eso el planteamiento de la peana explicado en el paso 1 es tritémico, esto es, fundamental.

La miniatura del interior, de espaldas al muro, es la menos corpulenta de todas y por eso está "oculta" entre las otras dos. A su vez, la figura de la izquierda es ligeramente más bajita que la que sostiene la granada con ambas manos, a la derecha de la imagen.

Estos dos paracaidistas alemanes me dieron la idea para la distribución de la escena.


3.- Finalmente, antes de pegar las miniaturas a las base, necesitaremos un poco de albañilería para nivelar las respectivas peanas de las miniaturas y lograr que sus piececitos queden a la misma distancia del suelo. En este caso recomiendo corregir la altura de las miniaturas de Command Decision con ayuda de pequeñas tortillitas de masilla epóxica y no reducir el espesor de las bases de la figuras de Battlefront, pues es más sucio y peligroso sobre todo si las miniaturas están pintadas.

La forma verde de la izquierda es una tortilla de epoxi. Los fragmentos
grises de la derecha son escombros de la tapia empapados en cola.


Empleando estos truquillos de modelista trasnochado, creo que las miniaturas de Command Decision pueden combinarse con las de Battlefront para añadir diversidad a las peanas logrando resultados armoniosos. Mi recomendación es que le echéis un vistazo a sus catálogos y juzguéis por vosotros mismos. Por cierto, creo recordar que en los packs de 10 figuras no se repite ninguna miniatura, algo que también es de agradecer.




¡Menudo ladrillo! No me extiendo más, estoy muerto y me piro a dormir. Deseo de corazón que casi todo el mundo haya sobrevivido a esta lectura... Prometo que Los Cristales regresarán, casi seguro, en algún momento del futuro. Stay tuned!

4 comentarios:

  1. Dios mio!

    Solo puedo decir... A sus pies, humildemente, camarada.

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  2. La verdad es que no me extraña que tardes en hacer una peana. Es como si Miguel Ángel dijera que va tardar un rato en pintar la Capilla Sixtina.

    En fin, dará pena matarlos. Ya si eso...

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  3. No se dejen confundir vuestras mercedes por las apariencias y los símiles hiperbólicos: la experiencia de este pobre redactor es que se tarda más tiempo en encontrar tiempo para ponerse a trabajar que trabajando en sí...

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  4. Impresionante e interesante como siempre.
    Totalmente de acuerdo con tu comentario del tiempo.

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